sábado, 26 de enero de 2013

AYUDIN-ANDO A TAPAR LA FALTA


SECCIÓN CLINICA LITERATA (Casos)

Publicado en Revista Psyche Navegante Nº 100


Casi a título modo catástrofe, un día feriado de diciembre del 2011, un “Gran Diario Argentino” (remarco comillas) títula en una de sus páginas: “IMPREGNADO CON `VIAGRA`, SE VIENE EL NUEVO PRESERVATIVO AZUL. El recurso literario me obliga a sumergirme en el artículo. El primer párrafo pinta de cuerpo entero la importancia de ciertos significantes para “garantizar” desde un Otro –a modo de promesas- un futuro desentendido de cualquier ápice de angustia vinculada a la –no- relación sexual: “En lo que podría convertirse en toda una revolución sexual, el nuevo preservativo con “viagra” promete erecciones más prolongadas. Su secreto: viene impregnado con una sustancia vasodilatadora. El profiláctico es de color azul, en clara alusión a las pastillas de viagra”. Revolución Sexual, promete, prolongadas, azul…

La tragicomedia de enredos de la –no- relación sexual se juega también en el mercado del fármaco: sin lugar a dudas, la aparición  a finales de la década del 90 del sidenafil (más conocida como “Viagra”, al igual que el clonazepam es más conocido como “Rivotril” -la que se toma para “bajar un poco”- o la fluoxetina es más conocida como “Prozac” -la que “te dan para no estar tan bajoneado”-) conmovió el tablero del deseo: si bien fue presentado en sociedad como un medicamento para “solucionar” los problemas eréctiles, con el tiempo cambió su sentido (y su uso).

En aquel entonces, confesar el uso del producto traía irremediablemente una suerte de humoradas, siempre vinculadas a gozar a un otro que no podría ostentar ciertos títulos de virilidad por fuera del uso del fármaco. O bien por su edad, o bien por su “disfunción”. Con el tiempo la cosa fue cambiando. El fármaco “de la vergüenza” pasó a ocupar el lugar de un amigo inseparable a la hora de (os)tentar ya no esos títulos  (muchas veces sacados del bolsillo con cierta dificultad), sino los del goce absoluto de un padre de la horda. De un valor de uso “médico” a un valor de cambio “recreativo”. No casualmente, los significantes lunfárdicos lo metaforizan con una claridad admirable: “ayudín” (en honor a la marca de un clásico producto de limpieza argentino, como también se llamaba hace unas décadas a los psicofármacos estimulantes –anfetaminas- y anabolizantes consumidos por deportistas y estudiantes para aumentar el rendimiento deportivo y académico respectivamente).

Y ahora, para que no queden dudas y reforzar la “potencia recreativa”, en su nueva versión “impregnada” en preservativos (hasta cuidaron las formas en lo Imaginario del color del significante azul). Vaya garantías de “ayudín”, hasta a la hora de cuidar y cuidarse de alguna enfermedad de transmisión sexual y/o algúm eventual embarazo a futuro no deseado.

Recuerdo no hace mucho el caso de Roberto. Con 25 años, se presenta a la primer entrevista manifestando una mayúscula angustia: “Tengo problemas sexuales para rendir con mi novia”. Le pido que me cuente un poco más (esperando la respuesta casi “cantada”). ¿Eyaculación Precoz? ¿Impotencia? ¿Falta de Deseo? Nada de eso. “Mi problema es que llego al noveno coito (no es exactamente este el significante que refirió) con mi novia,  me canso y no rindo más”. 

Vaya si el significante rendir no pasó a cobrar un carácter polisémico en los meses que transcurrió el análisis (las resistencias de Roberto –y seguramente la resistencia del analista- pudieron más para interrumpir abruptamente el análisis por un casamiento con la novia sin previo aviso en sesión). Rendir (productivamente), rendirle (sexualmente a la partenaire), rendirse (como en la guerra).

Una mañana nublada se presenta a la sesión un tanto angustiado. Mira  por la ventana de mi consultorio: “Uhh… qué garrón… Está nublado!” Ingenuamente le pregunto cuál sería el problema de una eventual lluvia de sábado. Inclusive arriesgo cierta apuesta en la transferencia imaginaria: “¿Tenés un asado, o qué jugar al fútbol?” Roberto sonríe, frunce el seño y reponde: “No, ojalá… El tema es que los sábados cuando está nublado, mi novia quiere curtir todo el día, y no sé como decirle que no cuando estoy cansado o no tengo ganas

El “rendir” sigue desenrollándose en su polisemia:  Roberto me cuenta que tiene pensado empezar a tomar “Viagra” para “rendir”;  asociando más, cuenta que su madre lo indaga permanentemente sobre los tiempos restantes para concluir su carrera. “Me tiene las pelotas llenas, me pregunta todo el tiempo, como si tuviera que rendir-LE cuentas de cuándo me recibo…”

            En el Seminario X La Angustia, Lacan habla del orgasmo como una “pequeña muerte”. De hecho, la detumescencia fálica (lejos de presentar un costado patologizado presuntamente “curado” con fármacos o terapias breves y milagrosas) es reivindicada como un corte, un borde, un límite a una ideal de goce orgásmico irrefrenable e ilimitado. Ya no es más que un trapito, no está allí más que como un testimonio, como un recuerdo de ternura para la partenaire. Una función del objeto, pero no como potencia fálica inconmovible, sino como resto de una (no) relación sexual.

            El “ayudín”, primero en comprimidos para evitar las “disfunciones”, después para potenciar el “rendir” (como Roberto) y ahora en bonitos y azules profilácticos (para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, particularmente para éste último) promete borrar todo vestigio de angustia emergente de la (no) relación sexual (igual que los otros “ayudines” para “no estar tan bajoneado y bajar un poco”).   

            Algunos referentes de la clínica psicoanalítica  pomposamente hablan de una presunta “Caída del Padre”, agregan que “ya no hay un Otro –generalmente social- que de “garantías”. Muerte y Sexualidad, casi como par fundante del aparato psíquico siempre hubo (en la medida que el ser habla) y habrá. Independientemente de “los signos de la época” y las “nuevas subjetividades”. Consiguientemente, “ayudines” también siempre hubo y habrá (hasta la antropología podría hacer sus aportes sobre el valor simbólico de brebajes y cómidas afrodisíacas en los rituales sexuales de distintas civilizaciones, muy lejos del “fármaco milagroso”).  

            Si justamente se trata de oficiar todo un suculento menú de “ayudines” para taponar la angustia emanada de la (no) relación sexual y creernos que de lo que se trata es de rendir, rendirle (y terminar rindiéndose), el último párrafo del Gran Diario Argentino viene en nuestro rescate: “Además del gel Zanifil para ayudar a las erecciones, Futura está desarrollando un spray que ayuda a retrasar la eyaculación, y que se espera que llegue a las tiendas de Estados Unidos el año que viene gracias a una alianza con el fabricante de condones australiano Ansell

            Como reza una legendaria estrofa de canción de una legendaria banda de rock nacional: “El futuro llegó hace rato”.

Hernán Scorofitz



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