jueves, 24 de enero de 2013

MARXISMO Y PSICOANÁLISIS: Zapatero, a tus zapatos...




SECCIÓN INCONSCIENTE Y LUCHA DE CLASES 

Resumen de disertación en Mesa Redonda organizada por la Fundación Centro Psicoanlítico Argentino  “El Discurso Capitalista Rechaza la Castración”, llevada a cabo el sábado 15 de Mayo del 2010 en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires)


En calidad de panelista, pretendí exponer algunos elementos históricos y teóricos de ambas corrientes, con la implicancia que conllveva en mi propia subjetividad fantasmática: como militante marxista desde hace dos décadas, y con la práctica psicoanalítica llevada a cabo desde hace ya algunos años, tanto en el ámbito particular como hospitalario.

Creo conveniente resaltar antes que nada  que tanto en el campo del psicoanálisis como así también del marxismo nos encontramos con diversas corrientes que se autoreferencian en la praxis de ambos espacios, con el agregado que sus planteos y recortes muchas veces distan en lo que se refiere a la interpretación de los postulados con el consiguiente efecto de la acción transformadora en dos terrenos que, si bien pueden estar determinados entre sí dialécticamente, encierran distintas particularidades desde la ética del psicoanálisis y la perspectiva revolucionaria: la lucha de clases y las determinaciones históricas materiales, y el tiempo y espacio que se presenta en la práctica del psicoanálisis y las determinaciones inconscientes con los desafíos que hoy por hoy se presentan en la clínica analítica,  muchas de ellas tributarias de las estructuras clínicas planteadas por Sigmund Freud y posteriormente por Jacques Lacan.

La obra freudiana clásica resulta ser una muestra por demás elocuente sobre las determinaciones históricas en la singularidad del “sujeto de la época” y particularmente el sentido del síntoma a descifrar como una muestra cabal del malestar de la cultura en el sujeto; el propio Freud tomó como “caso testigo” a las histéricas (y su deseo insatisfecho como demanda en transferencia encerrada en los síntomas de conversión) para extender a posteriori el funcionamiento del inconsciente a otras estructuras clínicas; si bien Freud en póstumas obras como Psicología de las Masas y Análisis del Yo, El Malestar en la Cultura o El Porvenir de una Ilusión nos presenta cierta determinación de los patrones históricos particulares en el síntoma (particularmente las neurosis) como subjetividad, nunca abandonó la concepción de la práctica analítica a partir de la singularidad del sujeto en cuestión responsable de su goce.

Fueron varios autores contemporáneos a Freud quienes en nombre del psicoanálisis –lo cual les valió una fuerte polémica con su maestro – propusieron desenvolver una suerte de disciplina nutrida de las categorías del psicoanálisis y el marxismo para intervenir a una escala más “avanzada” de la novela familiar del sujeto en los “signos de la época capitalista” con el ambicioso objetivo de “corregir” la capacidad de hacer síntoma en el sujeto inconsciente: Wilhelm Reich, Erich Fromm o posteriormente Herbert Marcuse, solamente por citar a algunos.

La tarea no consumió los logros esperados. Si bien el marxismo y el psicoanálsis parten de una concepción de un sujeto alienado, escindido y determinado (o bien por las condiciones materiales de existencia y una superestructura ideológica y jurídica, o bien por el inconsciente como discurso del Otro y el Edipo como trama constitucional), a la hora de pretender articular las categorías planteadas en una única “cosmovisión” la empresa a desarrollar está condenada al fracaso: los vericuetos de la lucha de clases y la lucha revolucionaria como salida a un régimen histórico social agotado que en la actualidad nos muestra de manera explosiva sus contradicciones como nunca antes lo hizo, un “síntoma” hecho y derecho de las mismas, por medio de crisis brutales y estallidos sociales en las principales potencias capitalistas, no pueden homologarse en término de práxis –ni interpretación- de ninguna manera con los desafíos planteados en la clínica actual de las llamadas “nuevas patologías”. Las resistencias en uno y otro campo se cimientan en factores causales históricos y singulares totalmente distintos.

En el año 2009, la Editorial Topía presentó una publicación titulada A la Izquierda de Freud donde se pretende revivir a los principales referentes del llamado “freudomarxismo” (algunos de los cuales cité líneas arriba) con el objetivo de superar las limitaciones ideológicas burguesas de Freud y plantearse nuevamente una “praxis de transformación individual y social” tributaria, nuevamente, de los campos del psicoanálisis y el marxismo.

Tuve la posibilidad de criticar dicho planteo en un artículo titulado “Que Freud Descanse en Paz” (la cual vale la pena destacar fue generosa y honorablemente publicada por la misma Revista Topía en su edición Nº 56 del mes de Septiembre del 2009) donde expuse el carácter estéril de señalar las limitaciones ideológicas del propio Freud y pretender “marxistizarlo” a partir de una “nueva transdisciplina todo terreno” versión tercer milenio. Quizás como una desmentida de la castración del propio Freud evidentemente no duelado (su falta - de concepción marxista de la historia como el mismo se encargó de soslayarlo en algunas Lecciones y en sus obras más “sociológicas”), la intervención del psicoanalista en la tarea de hacer emerger un sujeto, y su deseo en la práctica analítica, y los obstáculos que hoy por hoy se presentan en la clínica a manera de resistencias yacen a un abismo de distancia de la práctica de una organización en la perspectiva transformadora revolucionaria, y también, los obstáculos que se presentan cotidianamente en la lucha de clases. La mera extrapolación mecanicista entre unos y otros obstáculos y la pretendida tarea de resolución de los mismos con una “nueva transdisciplina” no hace más que llevar a un callejón sin salida a los dos campos en cuestión.

Insistimos, si bien el psicoanálisis se ha nutrido de categorías provenientes del marxismo (plus de goce, represión, enajenación, etc.), el propio Freud fue el primero en oponerse a que la práxis analítica devenga en una Weltanshaung. Zapatero, a tus zapatos.

También, parte de la (mal)llamada “izquierda lacaniana” en la actualidad va más allá que el “freudomarxismo contemporáneo” en la tarea de “revisar” la vigencia histórica del materialismo dialéctico: ya no se trata de “articular” lo que se pueda del marxismo y el psicoanálisis para crear la “transdisciplina todo terreno” sino, directamente, agitar un supuesto certificado de defunción del marxismo como teoría y práctica y suplantarlo por una suerte de “neolacanismo version tercer milenio”. Esta corriente tiene su máxima referencia en la Asociación Mundial del Psicoanálisis de Jacques Alain Miller y en nuestro país, el principal expositor es el psicoanalista Jorge Alemán, miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL), además de agregado cultural en España del Gobierno Nacional.

Alemán publicó también durante el año 2009 una recolección de conferencias dictadas bajo el título de “Por una Izquierda Lacaniana”, que fue presentada en sociedad en la Biblioteca Nacional y apadrinada por algunos referentes intelectuales oficialistas y del ámbito lacaniano nacional.

Las principales tesis de esta “izquierda lacaniana” plasmada en la obra del agregado cultural se destacan por su –digamos-  “audacia” a la hora de destacar la presunta extinción del marxismo como vigente concepción materialista histórica, esto es, de una teoría interpretativa y a su vez, dialécticamente, como una práxis transformadora en las relaciones sociales de la cual se valió el propio Marx en su legendaria Tesis XI (Feuerbach).

 Sin embargo, muchas veces la audacia deviene en una mera deformación grosera de las teorías que se dan como superadas, e inclusive de las que son presentadas como superadoras.

Jorge Alemán y su “izquierda lacaniana” nos plantea que es necesario “…dar cuenta de la derrota de la izquierda a escala mundial a partir de los setenta, indagarla en la fantasmática que, incluso después de que la derrota se consumó, la dominaba…” Sabido es que han proliferado –y proliferan- diversas corrientes en nombre de “la izquierda”. Antes que nada, el autor de marras parece referirse a las corrientes que “por la patria socialista” terminaron derrotadas en distintos hechos históricos. De seguro Alemán integró alguna de ellas, las que o bien desenvolvieron una lucha política relegando el lugar de dirección de la clase obrera en cuanta corriente nacionalista burguesa se impuso en la escena (como por ejemplo el peronismo en nuestro país), o bien en la propia experiencia “foquista” condenada a la derrota de antemano. Sin embargo, Alemán no nos aclara a que, o a cuál se refiere, solo alude al significante “la izquierda” como universal sin ninguna conclusión consistente más que su “trama fantasmática” (como si “la izquierda” como tendencia ideológica fuera homologable a la singularidad de un sujeto en su fantasma).

No conforme con esto, la “izquierda lacaniana” (a esta altura cabe destacar las comillas para ambos términos como fenómeno metaforizable) de Alemán plantea “..ofrecer al marxismo un lugar para hacer su duelo, teniendo en cuenta que el lugar donde verdaderamente se hace el duelo es fuera del hogar: la única teoría materialista que, en el siglo XXI, sigue proponiéndose pensar una práctica que opere sobre lo real imposible, es la enseñanza de Lacan…” Verdaderamente, nada que envidiar al escriba del Departamento de Estado de “los noventa”, Francis Fukuyama y su “fin de la historia”; en esta “pere-versión”, Alemán nos propone “duelar” al marxismo, una decorosa forma de promover su sepultamiento. Pero con una pizca (o “plus de goce”) adicional: el campo lacaniano pasaría a ser el “lugar – fuera de hogar” para tramitar la caída del objeto. Así las cosas, y casi sin ruborizarse, Alemán afirma que la “enseñanza de Lacan” ha devenido en la “única teoría materialista” que en la actualidad opere desde la práctica sobre “lo real imposible” para culminar presentandole como “salida” a “la izquierda” su des-fundamentación”.

Ya a esta altura, no sería Marx quien se ofuscaría frente a semejantes barbaridades vertidas sino el mismo Lacan: resultan tragicómicas las palabras de Alemán en el marco de una crisis capitalista mundial sin precedentes (con muchas de las causas y variables anticipadas científica y no proféticamente por Marx y sus sucesores. Evidentemente, las concepciones entremezcladas de “izquierda”, “materialismo” y “real imposible” no solamente se incorporan al –parafraseando a Lacan- “goce del bla bla” de muchos intelectuales –devenidos a funcionarios de gobiernos pro-imperialistas- sino que resultan un verdadero atentado a la misma transmisión del psicoanálisis. Así las cosas, y contra las enseñanzas de Lacan, Alemán “al precio de uno”, proclama la muerte del marxismo y su “desfundamentación” en el campo del psicoanálisis lacaniano para plantear nuevamente una Weltanshaung . Un verdadero disparate, agravado por las propias contingencias fantasmáticas de Alemán (y no del marxismo), quien reviste como agregado cultural en la “Madre Patria” que hoy resulta ser uno de los mayores epicentros de crisis, ajustes y movilizaciones populares.

Si bien Lacan se valió de algunas categorías del marxismo (como también de la lingüística, la filosofía o la antropología estructuralista) nunca prentendió convertir la teoría y práctica analítica en una cosmovisión totalizante, mucho menos para ofrecerla como “ethos” de duelo del marxismo.

De hecho, es el propio Lacan quien delimita el “discurso capitalista” (como una suerte de “quinto discurso” en la Conferencia de Milán de 1972 luego de los cuatro discursos del Seminario XVII) del “discurso de los capitalistas” (como expresión ideológica y política de una clase social). Proponer el “atravesamiento fantasmático” a los explotados frente al agotamiento de un régimen histórico, mandarlos al diván en nombre de “operar sobre lo Real Imposible” (osea, la “imposibilidad” estructural que para “la izquierda lacaniana” sería el socialismo como superación histórica) no solamente resulta una pérfida capitulación histórica de esta “izquierda” sino, por sobre todas las cosas una verdadera ridiculez deformadora del psicoanálisis.

En todo caso, el “discurso capitalista” propuesto por Lacan y, según él, condenado a “reventar”, resulta ser una categoría para operar en la clínica (además de tomarlo como efecto en la singularidad de un sujeto en un momento determinado de la historia) vía maniobra analítica para ser transformado, en principio, en un Discurso Amo que pueda ”girar” en la vía de la reconstitución deseante del Sujeto.

Para concluir, los puntos de encuentros (y des-encuentros) habidos y por haber en el campo del marxismo y el psicoanálisis, junto a los desafíos y obstáculos que se presentan en el plano general de la lucha de clases por un lado, y en la clínica analítica nos plantean como desafío intervenir con las herramientas ya provistas, inclusive enriquecer la teoría a partir de la experiencia (aquí cabe destacar el espíritu leninista de “No hay teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria y viceversa”) pero sin promover verdaderos “pastiches” que terminan obturando la riqueza, por demás vigente, del marxismo como teoría y práctica transformadora en la historia de la lucha de clases, y del psicoanálisis como praxis del “saber no sabido” en la historia del sujeto, un sujeto. Zapatero, a tus zapatos.

Hernán Scorofitz

No hay comentarios:

Publicar un comentario