martes, 16 de diciembre de 2014

UN "MODELO" QUE ENFERMA TRABAJADORES





Una reciente investigación realizada por el Grupo RHUO y la Universidad Abierta Interamericana, a su vez publicada por el portal Infobae (5/12/14)  da cuenta que un 58% de trabajadores encuestados ha padecido o padece “estrés laboral”, manifestado mayormente en cuadros de “pánico”, “angustia” y “ansiedad”, además de “trastornos gastrointestinales” (que como patologías somáticas suelen estar asociadas en un grado importante a causas emocionales y psíquicas).
Los resultados del trabajo, además, destacan que “los bajos salarios” resultaron ser la principal causa de enfermedades de “estrés laboral”, seguido por “la falta de coherencia entre lo que las organizaciones (empleadores) dicen y hacen”. Asimismo, el 67% de los trabajadores encuestados afirmó que “la situación económica del país le genera mucho estrés”.
Los datos finales coinciden con las conclusiones del autor de la presente nota en el artículo Salud Mental y Clase Obrera Argentina: La Década Insalubre, publicado por la Revista Topía en el mes de agosto del presente año (ver versión entera en http://www.topia.com.ar/articulos/salud-mental-y-clase-obrera-argentina-%E2%80%9C-d%C3%A9cada-insalubre%E2%80%9D). En el mismo, luego de una investigación realizada, se comprueba el incremento exponencial entre la población trabajadora de licencias psiquiátricas y el autoconsumo de psicofármacos (especialmente ansiolíticos y “tranquilizantes”) durante la llamada “Década Ganada”. La precarización y superexplotación laboral como fenómeno, suplantando a la desocupación de los ´90 (donde el consumo de antidepresivos prevalecía sobre los ansiolíticos) resultan ser la principal causa de padecimientos mentales y psíquicos entre los trabajadores argentinos.
El preocupante nivel de automedicación como “solución”  se presenta principalmente entre los trabajadores no registrados, informales o “en negro” (monotributistas, contratados, cooperativistas, etc.), teniendo en cuenta que dichos compañeros no cuentan con la posibilidad de tratamientos en obras sociales ni de licencias médicas contempladas en los Convenios Colectivos de Trabajo.
La tan cacareada “reactivación del trabajo” durante la “Década Ganada” se desenvolvió sobre bases de tal extrema precarización y superexplotación laboral que los presuntos “beneficios” al otrora trabajador desocupado terminan deviniendo en un infernal sufrimiento, manifestado en “trastornos” psíquicos y un tendal de síntomas que se ubican en las antípodas de la “felicidad del obrero” tantas veces proclamada en actos oficiales por Cristina Kirchner.
La perspectiva de un Gobierno de Trabajadores no resulta garantía absoluta de “felicidad” para la clase obrera, pero sí un alivio no menor al agobio y a la alienación impuesta por la explotación del capital en todas sus formas, aún en la “nac and pop”.

Hernán Scorofitz

domingo, 16 de noviembre de 2014

HOSPITAL POSADAS: CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA




La muerte del joven camillero Emauel García, quien falleciera al intentar salvar a un paciente psiquiátrico que intentaba suicidarse desde la terraza del Hospital Posadas  arrojándose al vacío –y arrastrando  a Emanuel-  no puede  ser adjudicado a un “accidente laboral”  sino que resulta ser un crimen social y sanitario que terminó por cobrar la vida del paciente y el trabajador.
Los propios testimonios que describen la tragedia hablan por sí solo sobre el desguace que la Salud Pública y Mental está atravesando en las unidades hospitalarias públicas, especialmente de la Provincia de Buenos Aires (aunque el Hospital Posadas depende del Estado Nacional), en gran parte promovido desde las presuntas leyes progresistas en el campo de la Salud Mental que el Gobierno kirchnerista se anota como un poroto de “la Década Ganada”. Durante la madrugada del jueves 13, el paciente  arribó a la Guardia Médica del Hospital Posadas, acompañado de sus familiares, padeciendo un cuadro de crisis aguda. Fue inmediatamente derivado a la Guardia Psiquiátrica, la cual está ubicada en el séptimo (y último) piso del Hospital, con una terraza lindante! En un descuido y sin las garantías mínimas necesarias, el paciente logró ingresar a la terraza donde se produjo el trágico desenlace.
El dato es que de acuerdo a la denuncia de los trabajadores y profesionales del nosocomio -que horas posteriores ocuparon y pararon el Hospital, además de cortar la Autopista Ricchieri como señal de protesta- la muerte de Emanuel (y el paciente) resultó ser una “Crónica de una Muerte Anunciada”: ya se habían producido hechos similares que obligaron a los trabajadores a exigir a las autoridades trasladar la Guardia Psiquiátrica del Séptimo Piso al Planta Baja, lo cual fue desoído por los directivos del Hospital por “falta de espacio”. Cabe mencionarse que el intento de auxilio de Emanuel no correspondía a sus tareas formales ya que desempeñaba como camillero; los trabajadores denunciaron además que “las puertas de acceso a la terraza estaban libres” (en una Guardia Psiquiátrica lindante a una terraza en un séptimo piso!) y que “hay un hermoso edificio adelante pero no se resolvieron  las condiciones de trabajo del servicio de rehabilitación y psiquiatría… faltan insumos y equipamiento…aunque las ventanas tienen rejas, no hay servicio de internación psiquiátrica específica” (Clarín, 14/11/14).
La Ley Nacional de Salud Mental, aprobada en el año 2010  y reglamentada el año pasada –venerada tanto por el kirchnerismo como por casi todo el arco “progresista”- insta al cierre de los hospitales monovalentes de Salud Mental (comúnmente llamados “neuropsiquiátricos”) y a efectuar las internaciones psiquiátricas en los hospitales generales “con recursos necesarios” (Art. 28, Ley 26.657 ). De hecho, el Gobierno Nacional en su Plan de Salud Mental ha fijado el año 2020 como plazo final de cierre de los hospitales monovalentes. Mientras muchos pretendían insinuar que la Ley abriría las puertas de la “desmanicomialización”, desde estas páginas anticipábamos que en nombre de una presunta reforma se profundizaría el ajuste y la privatización de la salud pública y mental.
En el artículo “Hecha la Ley, Hecha la Trampa” (Prensa Obrera 02/12/10 - ver versión completa  en link http://www.po.org.ar/noticia/ley-nacional-de-salud-mental-hecha-la-ley-progre-hecha-la-trampa-privatista) , cuatro años atrás, advertíamos algunas consecuencias del cierre gradual de sectores de internación psiquiátrica en monovalentes y el traslado de las mismas a hospitales generales, “…la situación planteada al día de la fecha resulta ser la manifiesta situación de colapso de los hospitales generales (y no sólo monovalentes) en todo el país. Los "recursos necesarios" librados a la "interpretación" de los gobiernos capitalistas provinciales y municipales (sumado al Estado nacional) en la perspectiva del traspaso planteado directamente abriría una instancia de agravamiento de la atención en la red hospitalaria, particularmente en lo que se refiere a la asistencia de pacientes psiquiátricos internados…    
Al “día de la fecha”, y de acuerdo a lo denunciado por los trabajadores, lo que prevalece en el Hospital Posadas es precarización laboral, jornadas extenuantes para enfermeros y otros profesionales y un derrumbe edilicio. El carácter tragicómico de las muertes también juega su papel: el actual Director del Hospital Posadas, el confeso kirchnerista Donato Spaccavento,  al momento de asumir como Secretario de Salud del entonces Jefe de Gobierno Jorge Telerman, había declarado en una entrevista a Página/12 en el año 2006   Quisiera que se recuerde mi gestión como la que terminó con los manicomios en la ciudad de Buenos Aires…me gustaría que la gente se acordara de mí diciendo: ´El Tano Spaccavento pasó a la gente de los manicomios a la comunidad”. (Página/12, 23/03/06).

Hernán Scorofitz

martes, 5 de agosto de 2014

SALUD MENTAL Y CLASE OBRERA: LA DÉCADA INSALUBRE



La inminencia del “fin de ciclo” del kirchnerismo comienza a derrumbar como un castillo de naipes algunas presuntas “verdades” del Proyecto. La proclamada bandera del “bienestar en la salud de los trabajadores” durante la llamada “Década Ganada” como “relato” parece estallar por los aires.
Algunos datos epidemiológicos y estadísticos hablan a las claras que la llamada “reactivación económica y laboral” desde el año 2003 hasta los inicios de la nueva etapa recesiva -donde empiezan a destacarse en el mercado laboral los despidos y suspensiones- ha traído aparejado un sinfín de padecimientos, “trastornos” y “cuadros psiquiátricos” diversos en el campo de la salud mental de la clase obrera. La tan vanagloriada “inclusión laboral del Modelo” como “remedio” habría sido –en muchos casos- peor que la “enfermedad” de la desocupación noventista.
 A la hora de poner la lupa tanto en la casuística del tendal de “licencias psiquiátricas” registradas por la propia Superintendencia de Riesgos de Trabajo (dependiente del Ministerio de Trabajo de la Nación) como del aumento exponencial en los últimos diez años de consumo de determinados psicofármacos (destacándose de manera preocupante el fenómeno de la automedicación) no es aventurado inferir que las bases explosivas en que se desenvolvió la “reactivación laboral” resultaron ser más patógenas que saludables para un vasto sector de la clase obrera argentina. ¿El vértice de este proceso?  La precarización laboral y el incremento de los ritmos –enfermizos- de trabajo.
 Guiándonos por los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) al momento de iniciar la investigación (que se puede leer en su versión original en el sitio Web de la Revista Topía http://www.topia.com.ar/articulos/salud-mental-y-clase-obrera-argentina-%E2%80%9C-d%C3%A9cada-insalubre%E2%80%9 ) el 75% de la población ocupada no traspasa como “techo” de remuneración salarial la suma de $6500 mensuales (con una canasta familiar que en medio de una espiral inflacionaria bordea los $10.000), mientras que la mitad de dicha población (tanto los trabajadores en empleos formales como informales) gana menos de $4.040 al mes.  El mismo informe  da cuenta que el casi 34% de los asalariados (un poco más de 4 millones) trabaja “en negro”; por otro lado, si bien la cifra de desempleo ha bajado al casi 6%, el análisis cualitativo de las propias estadísticas del INDEC habla por sí solo: quienes tienen empleo obtienen bajas remuneraciones, las cuales están a su vez condenadas a una constante depreciación por los embates inflacionarios. Tomando al 25% de la población trabajadora gana por debajo de $2500 (casi un quinto del valor de la canasta familiar).  
 De acuerdo a un informe de la  Superintendencia de Riesgos del Trabajo, dependiente del Ministerio de Trabajo de la Nación, en base a la evolución de accidentes de trabajo y enfermedades laborales entre el año 2005 y 2011, el último año medido (2011) supera a los anteriores en relación a “casos notificados con días de baja laboral”, observando una tendencia ascendente de dicha variable en simultáneo de la tendencia decreciente de los índices de desempleo   A mayor empleo, mayor “casos notificados con  días de baja laboral”.            El agravante resulta ser para el caso que muchos “cuadros psicopatológicos” (trastornos de ansiedad, depresión, ataques de pánico, estrés, etc.) pueden quedar “invisibilizados” como causal de inasistencia laboral justificada, lo cual obliga al trabajador –máxime si trabaja “en negro”- a concurrir muchas veces automedicado  a cumplir con sus tareas con el síntoma “a cuestas”, quedando omitido  como “caso notificado de día de baja laboral”.
La segunda pata el fenómeno “nac and pop” resulta ser justamente el aumento sustancial de la medicación psiquiátrica dentro de la población trabajadora (y en particular la preocupante consolidación de la automedicación como hábito) ´desde el año 2003: de acuerdo a propias estadísticas extraídas del Documento “Una Mirada Específica sobre la Problemática del Consumo de Psicofármacos en Argentina 2012” publicado por el Observatorio Argentino de Drogas (dependiente de la SEDRONAR-Presidencia de la Nación) en el mes de Marzo del 2013, si alguien ha registrado como propia a la “Década Ganada” han sido los laboratorios farmacéuticos. Guiándonos por dicho documento oficial,  más de 3 millones de argentinos consumen ansiolíticos, lo cual representa el aumento de un 40% durante el período 2003-2013, sumado a que casi el 20% de la población adulta consume tranquilizantes: “…En Argentina unas 3.303.629 personas (el 18% del total de población nacional), de entre 12 a 65 años hicieron uso de tranquilizantes o ansiolíticos. Los más utilizados para calmar nervios o para poder dormir son valium, lexotanil, alplax u otros. El consumo es mayor entre las mujeres y aumenta a partir de los 35 años…”  
El problema de la automedicación como conducta cada vez más tipificada en la población trabajadora no es menor: un informe del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos alerta que el consumo de medicamentos sin receta  ha llevado a 22 mil muertes por año (especialmente en trabajadores en edad jubilatoria), mientras que –de acuerdo al informe de la SAFyB- el 40% de la población consume sedantes y estimulantes sin prescripción médica.
   Asimismo, algunas estadísticas de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) también actualizados al año 2013 confirman la tendencia: la venta de remedios que actúan sobre el sistema nervioso trepó el 24,67% entre 2004 y 2012. Los números verdaderamente alarmantes del mercado farmacéutico se entienden cuando los especialistas indican que un 40% de la población argentina adulta padece de trastornos del sueño, el cual ya es casi una epidemia. La sobrecarga laboral figura entre las principales causas.
 El aumento en las solicitudes de licencias psiquiátricas (sin contar a los trabajadores no registrados) y en el consumo astronómico (y autoconsumo) de ansiolíticos y sedantes entre la población trabajadora durante la “Década Ganada” muestra claramente que el “beneficio” de la “reactivación del Modelo”, sobre bases de un cuadro de extrema precarización laboral, se ha contabilizado más en las arcas y cuentas bancarias de la clase capitalista nacional y extranjera, en detrimento de la subjetividad y la Salud Mental de la clase obrera argentina. Las reflexiones preliminares que cualquiera podría sacar sobre la base de los datos vertidos obligan a una nueva etapa de análisis cuando  el “fin de ciclo” empieza a dar paso a una ola de despidos y suspensiones.
Hernán Scorofitz